Un robot se presenta a la alcaldía de un distrito de Tokio para acabar con la corrupción

Michihito Matsuda, el robot político que promete acabar con la corrupción

Los años pasan y la tecnología avanza tanto que la inteligencia artificial parece haberse convertido en la solución a uno de los problemas que durante siglos ha causado tanto daño en el mundo, la corrupción.

La situación política actual plantea escenarios confusos en varios países solo hay que ver los casos de Venezuela, Ecuador, Colombia, Argentina, Bolivia, Chile y muchos otros. Por lo que no es tan descabellado que las personas se planteen que un robot tome las decisiones políticas en un país.

Justo esa fue la propuesta de gobierno de un robot para alzarse con la alcaldía de uno de los distritos de Tokio y por como resultaron los comicios, es cuestión de tiempo para que un androide logre un triunfo político.

En abril del 2018 localidad Japonesa de Tama, en Tokio; más bien parece sacado de una novela de Ray Bradbury, pero nada tiene de fantástico, un robot llamado Michihito Matsuda irrumpía en unos comicios electorales para postularse como alcalde https://www.ai-mayor.com/  en la pequeña ciudad nipona de 150.000 habitantes.

El robot fue el tercer candidato más votado, con 4.013 votos, por detrás de Hiroyuki Abe, que obtuvo 34.603 votos, y Takahashi Toshihiko, con 4.457.

Este candidato de aspecto futurista con rasgos femeninos y con un cuerpo plateado prometía cambiar el distrito, y ofrecer "oportunidades justas y equilibradas para todos". Tokio, de 12,8 millones de habitantes, está compuesta por 23 distritos, cada uno con su propio alcalde.

Según la inteligencia artificial del robot, la mejor manera de elegir lo que era mejor para los ciudadanos de su distrito era «analizar las peticiones de los ciudadanos y a desglosar estadísticamente los aspectos positivos y negativos que tendría su puesta en marcha»

Era la primera vez en la historia, que la Inteligencia Artificial “encarnaba” una candidatura municipal y este hecho, permite abrir un debate como poco filosófico, en el ámbito político.  En sólo cuestión de tiempo, la inteligencia artificial lo cambiará todo. Podremos desarrollar políticas imparciales y equilibradas, implementar medidas rápidamente, acumular información y seremos capaces de liderar las próximas generaciones.

Debemos subir al tren del progreso. La apuesta debe ser firme porque la Inteligencia Artificial nos ayude a determinar las políticas recopilando datos de la ciudad. Esta nueva tecnología será muy útil, ya que el porcentaje de la población anciana seguirá creciendo y esto provoca la necesidad de un cambio disruptivo en la actual administración.

Algunas de las posibles ventajas de utilizar un robot con una inteligencia artificial sofisticada como gobernador de un territorio podría ser:

  • La capacidad de descubrir y analizar necesidades relevantes relacionadas con los ciudadanos y el territorio.
  • Planificar los recursos a utilizar, para solucionar estas necesidades y determinar estadísticamente si esto tendrá un efecto positivo o negativo.
  • Llevar a cabo una asignación justa de los recursos basada en datos objetivos.
  • Ofrecer un mayor y más equilibrado beneficio para toda la población.
  • Mejorar el diálogo y la detección activa de los deseos de las personas, analizando cuidadosamente cuál será la mejor forma de llevarlos a cabo y si coinciden con los deseos de la población.

¿Podría realmente un robot gobernar mejor que un político humano?

Una encuesta hecha en 2017 en el Reino Unido arrojó la inquietante conclusión de que el 26% de los entrevistados lo consideraba, convencidos de que cometerían menos errores que sus homólogos de carne y hueso. Visto el estado del arte de nuestros políticos de tecnología humana, tal vez las conclusiones se quedaron cortas. Posiblemente estos sondeos estén midiendo la desafección generalizada que hoy existe respecto a nuestros gobernantes, más que un verdadero anhelo de ser gobernados por algo parecido al Skynet de la política. ¿Habrían sido diferentes los resultados si la encuesta hubiera propuesto que nos gobernara una tostadora?

En el plano tecnológico, los avances de la llamada IA nos han deparado algún experimento digno de atención. En 2012 el chatbot ucraniano Eugene Goostman logró engañar a un jurado, haciéndose pasar por un adolescente de 13 años. Más recientemente, la AI de IBM Miss Debater logró mantener con éxito un debate con el campeón mundial en esta especialidad. Sin duda estos casos parecen cercanos a las capacidades de convencer a una audiencia, tan esenciales para cualquier líder político que se precie. ¿Deberían nuestros políticos empezar a buscar alternativas laborales?

Por fortuna para gobernantes y candidatos, los sofisticados sistemas actuales son poco más que simuladores de inteligencia. Salvando las distancias, no son muy diferentes de lo que hace un loro, o de lo que a principios del siglo XX hizo famoso a Clever Hans, el caballo alemán que sabía matemáticas. Sus detractores demostraron que el equino en realidad solo reaccionaba a las emociones de los observadores humanos, pero aun así la magia de un animal con capacidades humanas continuó trascendiendo las fronteras de su Alemania natal durante años.

Simular inteligencia y encandilar a otras inteligencias humanas es algo que hacen con naturalidad muchos de nuestros políticos humanos. Cabría preguntarse si en este campo las máquinas competirían bien o quedarían en desventaja ante los auténticos maestros en el arte de la seducción política. Lamentablemente para nuestra especie, las aplastantes y racionales conclusiones a las que seguramente llegaría una máquina con suficientes datos y capacidad de proceso resultan menos fascinantes que la adulación, las promesas fáciles y las pasiones exaltadas.

Más allá de la capacidad de vendernos una idea con habilidad, el ejercicio de la política conlleva la responsabilidad de gobernar. ¿Sería una máquina capaz de asumirla? ¿Lo haría con honestidad e interés por los problemas de la ciudadanía? Respecto a lo primero, aunque muchas de las decisiones que toman nuestros políticos podría superarlas una máquina (en algunos casos incluso una no demasiado sofisticada), la verdadera capacidad de liderazgo empático y espontáneo que exige la política es poco probable que pueda llegar a ser replicada por la electrónica.

Lo segundo ya es otro asunto. Los políticos humanos –incluso los que llegan inmaculados a su cargo– tienden a adquirir un sesgo que con el tiempo les lleva a convencerse de su propia infalibilidad. ¿Le pasaría lo mismo a una máquina? Igual que nuestros líderes biológicos, si las inteligencias robóticas se rodearan de asesores humanos para acceder a sus datos, podrían acabar concluyendo que todo va siempre bien. Si llegaran a intuir que no decir toda la verdad nos hará más dóciles y gobernables, ¿aprenderían a maquillar la realidad como hacen algunos gobernantes actuales con las pensiones, las fake news y otras ensoñaciones ideológicas tan apasionantes como incapaces de mejorar nuestras vidas?

Fuentes:

Elpais.com | Elderecho.com | ai-mayor.com

RoboticsLab es una división de NFM Robotics dedicada a iniciativas de responsabilidad social sin fines de lucro, así como a la investigación, desarrollo e innovación en el área de la Robótica.

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